El complejo dilema de Joaquín lo atormenta. Es casi una sombra que lo persigue, caminando siempre tras de sí. Se trata de un debate profundo, muy extenso, que data ya de largos años de antigüedad. Marcado a fuego en su ser interior, nunca pudo liberarse de la condena de pensar cuando hay que sentir, y sentir cuando hay que pensar, siempre a ritmos que no se condicen con el humano normal.
Esa pesada mochila, aún cargada de plomo, culpas y sueños rotos de adolescencia, era lo único que quedaba de todos los amarres que lo inmovilizaban ayer, y de los cuales, a fuerza de penas, llantos y dolor se había desligado. Sin embargo, a veces se recordaba encadenado a ese frío y húmedo muro de la locura al que estuvo atado desde pequeño, y sentía instantáneamente cómo el nerviosismo y la desesperanza le ganaban la pulseada en el acto.
Es que no se puede ignorar cuando llega ese escalofrío agudo, muy filoso, aplicado sobre la base del cuello, que la guadaña del miedo provoca en sus objetivos humanos. Sudor frío que recorre las extremidades, y la pálida frente de quien, totalmente desorientado y con la mente en blanco, padece el intenso acoso de un pasado percibido lleno de crueles tormentos. Sudor de sabor amargo, siempre presente como un infaltable mal presagio.
Es a esos fantasmas, tan irreales en este mundo físico pero tan reales dentro de sí, a los que les ha declarado la guerra... una guerra silenciosa, lenta, desgastante. Es una guerra desconcertante, porque aquellos fantasmas, tan sólo eso son, y se alimentan de todo aquello que los ahuyenta, tratando de mantener el sentido de su existencia, luchando por subsistir como inequívoca esencia de su intangible humanidad, siempre tan sedientos de posteridad.
Errante como barco sin timón, quien en estas batallas se debate; y Joaquín podría, con seguridad, ser una clara prueba de ello. Difícil es, muchas veces, encontrar la solución a su destino. Es un scrabble sin puntos, en el que toda expresión vale lo mismo, sin que hubiera una valedera justificación que diferencie los porqués de sus propias respuestas. Tal vez pronto pueda llegar a creer en ese quien, desde adentro, vive y muta reamoldándose a su destino.
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