El otro día se me ocurrió reflexionar sobre el "fracaso" en nuestra sociedad. Las causas, las percepciones, los motivos y creencias, y cómo creo que influye en la gente y en su entorno social. Obviamente, por la misma antinomia que plantea la existencia del fracaso, nace automáticamente el concepto del "éxito", completando así la dualidad, y dándome más sobre lo que reflexionar.
Todos asumimos el significado que presupone el éxito. Sabemos que quien es declarado exitoso es "superior" dado que, suponemos, ha alcanzado sus metas y se dedica a disfrutarlas. Es así que, quien se encuentra permanentemente rodeado de dinero y demás bienes materiales, mujeres u hombres según sea el caso, éxitos profesionales e incontables ofertas de negocios, etc., es automáticamente exitoso ante nuestros ojos.
Pero, lo que seguramente nunca nos pusimos a pensar, es que tal vez seamos nosotros mismos quienes percibimos a la gente con esas cualidades como gente exitosa, sin que precisamente lo sea. Sería cuestión de preguntar a dichos "exitosos" si realmente se sienten como tales. Si definimos que el éxito es alcanzar las metas propuestas (contrariamente al fracaso, que consiste en NO alcanzarlas)... ¿Esto es equivalente a lo anterior? ¿Esas eran las metas originales?
Es decir, ejemplificando... ¿Puedo decir que es exitosa la empresaria en bienes raíces que dirige su propia empresa, mientras que siempre anheló con convertirse en la mejor de las veterinarias? ¿Es un éxito aprobar el más duro exámen con la mínima nota, habiéndose preparado duramente y sabiendo todo lo necesario para hacerlo perfecto? El éxito es relativo. Aunque nosotros lo creamos como un hecho puntual objetivo, sin duda siempre lo veremos subjetivamente.
En definitiva, creo que el éxito estará dado por eso que ocupa nuestros sueños, mientras va siendo alcanzado o vivido. Me niego a aceptar que todo pase por logros puntuales... prefiero creer que se apoya en desarrollos y aprendizajes, en pasiones y encantos propios en lugar de hechos fortuitos, caprichos del destino como aciertos empresariales o loterías populares.
¿Y por qué me revelo? Bueno, realmente creo (bah, supongo que a todos nos gustaría creer) que es mucho mejor pensar que nuestro éxito lo iremos construyendo a lo largo de nuestros caminos, en lugar de creer que todo está predestinado... sería desalentador pelear día a día, sabiendo que el futuro está escrito y que lo que nos espera sólo espera nuestra llegada...
miércoles, 30 de junio de 2010
miércoles, 16 de junio de 2010
La víctima
Ludmila se queja. Llora todos los días, y de manera desconsolada. Comparte con sus más íntimas amigas su dolor desgarrador... ¿Por qué el destino era tan violento y tan cruel con ella? ¿Qué había hecho para merecer tanto castigo? ¿Estaba ensañado acaso el universo con su persona, que la golpeaba sin piedad una y otra vez, gozando aún más por la inocencia de su pobre víctima?
Sin duda, estaba por caer a un pozo tan hondo como la imaginación humana lo permitiera. Verse, sentirse, sufrirse como quien se encuentra pendulando al filo de un inagotable abismo, era la segunda cara de la tortura a la que, según ella, los impiadosos delirios astrales le habían cargado sobre los hombros. La crisis existencial de estar al borde de la nada, ya habiendo conocido demasiado como para querer abandonarlo, la acosaba recurrentemente.
Los dedos con los que frágilmente se sostiene sobre el canto del risco final, comienzan a flaquear. Iba a caer, y no habría retorno de la desgracia que allí la esperaba. No conocía a nadie que hubiera logrado el milagroso escape ante el reto que afrontaba, y contra el que llevaba todas las de perder. O tal vez... ¿si...? Ahí lo recordó, como a una deidad ignorada que resurge en la mente de un ciervo insurrecto....
Lo recordó con desesperación final. Sintió algo tan similar a un fogoso amor de verano, que tal vez no cualquiera podría reconocer la diferencia. Y al hacerlo, sintió el alivio, una descarga del lastre que acarreaba y que, lentamente, la arrastraba hacia el foso bajo sus pies. Ya se creía salvada, segura de que, pase lo que pase, Norberto estaría tirando de su mano para socorrerla... ¡Y qué casualidad, Norberto se acercaba rápidamente hacia el punto donde se encontraba colgando!
Él llegó a sus debilitados dedos, lo único que podía verse desde el nivel del suelo. Se arrodilló velozmente, y tendió sus manos vigorosas, apurado por socorrer a quien se encontrara en apuros. Tomando fimemente de las muñecas a quien se aferraba desesperadamene a sus antebrazos, comenzó a izar a Ludmila lentamente, aunque tan rápido como podía, y sin reconocer aún su identidad... hasta que se pudieron ver claramente.
Sus miradas se cruzaron durante centésimas, y un relámpago de revelaciones recorrió sus mentes individualmente. Todo se detuvo en el acto. Ambos comprendieron a la vez, que la ayuda no podía seguir su curso; nadie puede interponerse cuando se trata de un castigo merecido, generado por obra y gracia del karma que domina nuestros caminos. No dar de beber al seducido sediento es un acto de mala fe, que el universo mismo se encarga de castigar.
Y es que Ludmila, quien hoy se desgranaba en lágrimas de cristal, había acumulado demasiados motivos para que las cosas no salieran de buena manera. Sus penosas actuaciónes, lejanas de todo acto de serenidad y calma espiritual, calaron hondo en su entorno. La suma de cabezas pisadas se hacía extensa, y aumentaba sin cesar, sin prisa pero sin pausa. Sus ambiciones, sus estrategias más sucias y perversas, salían al ruedo siempre que quería, y eran cruelmente exitosas.
Pesadamente, Norberto cedió en su intento de ayudarla. Sabía que cortar un castigo signado no era una tarea que debiera ejercer, pero tampoco terminar de ejecutar a la presa del destino. Mientras tanto, la víctima de nada se mantenía en silencio, sin terminar de aceptar el abandono a su suerte que hoy sufría en carne propia. Su rescatista se alejaba lentamente, sin mostrar siquiera una mínima intención de volver...
No sé como termina la historia, y tampoco me interesa averiguarlo. Tal vez ni siquiera se haya escrito el próximo capítulo, quien sabe. Por lo tanto, lo dejo a criterio y libre imaginación de quien quiera agregar el final que más adecuado le parezca...
Sin duda, estaba por caer a un pozo tan hondo como la imaginación humana lo permitiera. Verse, sentirse, sufrirse como quien se encuentra pendulando al filo de un inagotable abismo, era la segunda cara de la tortura a la que, según ella, los impiadosos delirios astrales le habían cargado sobre los hombros. La crisis existencial de estar al borde de la nada, ya habiendo conocido demasiado como para querer abandonarlo, la acosaba recurrentemente.
Los dedos con los que frágilmente se sostiene sobre el canto del risco final, comienzan a flaquear. Iba a caer, y no habría retorno de la desgracia que allí la esperaba. No conocía a nadie que hubiera logrado el milagroso escape ante el reto que afrontaba, y contra el que llevaba todas las de perder. O tal vez... ¿si...? Ahí lo recordó, como a una deidad ignorada que resurge en la mente de un ciervo insurrecto....
Lo recordó con desesperación final. Sintió algo tan similar a un fogoso amor de verano, que tal vez no cualquiera podría reconocer la diferencia. Y al hacerlo, sintió el alivio, una descarga del lastre que acarreaba y que, lentamente, la arrastraba hacia el foso bajo sus pies. Ya se creía salvada, segura de que, pase lo que pase, Norberto estaría tirando de su mano para socorrerla... ¡Y qué casualidad, Norberto se acercaba rápidamente hacia el punto donde se encontraba colgando!
Él llegó a sus debilitados dedos, lo único que podía verse desde el nivel del suelo. Se arrodilló velozmente, y tendió sus manos vigorosas, apurado por socorrer a quien se encontrara en apuros. Tomando fimemente de las muñecas a quien se aferraba desesperadamene a sus antebrazos, comenzó a izar a Ludmila lentamente, aunque tan rápido como podía, y sin reconocer aún su identidad... hasta que se pudieron ver claramente.
Sus miradas se cruzaron durante centésimas, y un relámpago de revelaciones recorrió sus mentes individualmente. Todo se detuvo en el acto. Ambos comprendieron a la vez, que la ayuda no podía seguir su curso; nadie puede interponerse cuando se trata de un castigo merecido, generado por obra y gracia del karma que domina nuestros caminos. No dar de beber al seducido sediento es un acto de mala fe, que el universo mismo se encarga de castigar.
Y es que Ludmila, quien hoy se desgranaba en lágrimas de cristal, había acumulado demasiados motivos para que las cosas no salieran de buena manera. Sus penosas actuaciónes, lejanas de todo acto de serenidad y calma espiritual, calaron hondo en su entorno. La suma de cabezas pisadas se hacía extensa, y aumentaba sin cesar, sin prisa pero sin pausa. Sus ambiciones, sus estrategias más sucias y perversas, salían al ruedo siempre que quería, y eran cruelmente exitosas.
Pesadamente, Norberto cedió en su intento de ayudarla. Sabía que cortar un castigo signado no era una tarea que debiera ejercer, pero tampoco terminar de ejecutar a la presa del destino. Mientras tanto, la víctima de nada se mantenía en silencio, sin terminar de aceptar el abandono a su suerte que hoy sufría en carne propia. Su rescatista se alejaba lentamente, sin mostrar siquiera una mínima intención de volver...
No sé como termina la historia, y tampoco me interesa averiguarlo. Tal vez ni siquiera se haya escrito el próximo capítulo, quien sabe. Por lo tanto, lo dejo a criterio y libre imaginación de quien quiera agregar el final que más adecuado le parezca...
lunes, 14 de junio de 2010
Una vez más, TRIM
Era tarde ya, un sábado húmedo... el aire ganado por la bruma espesa sorprendía a quienes se dignaban a tomar el rol de transeúntes de la noche porteña. El frío impiadoso hasta el día anterior, había cedido su lugar, ausentándose para dar paso al agua en suspensión. La noche había llegado un par de horas antes, en su rauda manera de actuar durante estas épocas del año.
Nada de eso importó. La fiesta se preparaba, una vez más convocando amigos y no tanto, conformando ese grupo especial de seres renegados a ser descubiertos por la euforia comercial que se vive en nuestros días. Flujo de arte, mezcla de música y letras, calidez humana, sensaciones fraternales y amistad en el aire... ingredientes del cóctel que se prepara en este tipo de eventos.
Convenientemente distribuídas, las obras eran expuestas por los eruditos urbanos de la materia. Dedos ágiles, con sus correspondientes oidos certeros, dotados del buen gusto que sólo el tiempo y la experiencia en el arte de la música suelen regalar, endulzando tímpanos, generando arte ajeno revitalizado, hoy hecho tema instrumental, con ayuda de esa fiel compañera, llamada "guitarra"... Ya nada quedaba en las mentes sobre el hostil clima de la noche otoñal.
El rincón literario, origen, motivo y causa de la cita en cuestión, se hizo oir entre voces en silencio, acalladas por el respeto a la materia, a la experiencia, al arte cotidiano que se envuelve por mantos de palabras, todas entretejidas en el telar de la mente poeta y soñadora. Relatos que plasman realidades, sueños de juventud, críticas a la vida moderna, y tantas otras cuestiones de lo más variopintas, resonaron en el clima familiar del lugar.
Finalmente, la noche termina. La asistencia se disipa lentamente, retomando el camino hacia sus respectivos hogares, o a donde se constituyan mejores planes para matizar la noche gris... dependerá de quién se trate, pero no importa ahora, sólo de un detalle de trata. Y mientras vuelvo a casa, caminando solitario entre la bruma, acompañado por la medianoche, rememorando lo vivido, sólo me surge una única frase:
Nada de eso importó. La fiesta se preparaba, una vez más convocando amigos y no tanto, conformando ese grupo especial de seres renegados a ser descubiertos por la euforia comercial que se vive en nuestros días. Flujo de arte, mezcla de música y letras, calidez humana, sensaciones fraternales y amistad en el aire... ingredientes del cóctel que se prepara en este tipo de eventos.
Convenientemente distribuídas, las obras eran expuestas por los eruditos urbanos de la materia. Dedos ágiles, con sus correspondientes oidos certeros, dotados del buen gusto que sólo el tiempo y la experiencia en el arte de la música suelen regalar, endulzando tímpanos, generando arte ajeno revitalizado, hoy hecho tema instrumental, con ayuda de esa fiel compañera, llamada "guitarra"... Ya nada quedaba en las mentes sobre el hostil clima de la noche otoñal.
El rincón literario, origen, motivo y causa de la cita en cuestión, se hizo oir entre voces en silencio, acalladas por el respeto a la materia, a la experiencia, al arte cotidiano que se envuelve por mantos de palabras, todas entretejidas en el telar de la mente poeta y soñadora. Relatos que plasman realidades, sueños de juventud, críticas a la vida moderna, y tantas otras cuestiones de lo más variopintas, resonaron en el clima familiar del lugar.
Finalmente, la noche termina. La asistencia se disipa lentamente, retomando el camino hacia sus respectivos hogares, o a donde se constituyan mejores planes para matizar la noche gris... dependerá de quién se trate, pero no importa ahora, sólo de un detalle de trata. Y mientras vuelvo a casa, caminando solitario entre la bruma, acompañado por la medianoche, rememorando lo vivido, sólo me surge una única frase:
"¡Qué lo parió!... que lindo salió todo..."
miércoles, 9 de junio de 2010
El juicio equivocado
Nunca imaginó en qué decantaría lo que hoy vivía. En ese lejano momento, en el que se autoidentificó bajo pedido y ofrendó la llave de acceso a su persona, no hubo ningún tipo de suspicacia que previera lo que estaba por venir. Notable falta de atención, casi por inocencia, fue aquella, pero que afortunadamente no le generó ninguna desgracia, sino todo lo contrario.
Pensar que sus aleatorios destinos se habían cruzado en circustancias tan volátiles como el tiempo mismo, me hace confirmar lo caprichoso que es este universo, y cómo juega con nosotros. Aquella vez sólo bastó con un par de intercambios de palabras, mientras se encontraban rodeados de amenas compañias, tan comunes como desconocidas para ambos, dentro del recinto introductorio a la siguiente fase académica que afrontarían.
De todas maneras, gracias a una de las múltiples y delicadas curvas que las vidas sinuosas suelen tener, se produjo el encuentro nuevamente. Esa vez, el ambiente relajado del anochecer siguió de cerca la charla, y mientras iba cubriendo de noche el cielo, vigilaba celosamente que la trenza de palabras no llegara a su fin. Miles de sonrisas afloraron durante ese rato común que, ya a sabiendas, tenía sus minutos contados.
Desde entonces, la luna se dispuso a regalarles su mejor noche, en complicidad del astro rey, quien le cedería los cielos eternos cubiertos solamente de inmensidad, dejando que las estrellas ganaran terreno y ocuparan esos pequeños huecos que sólo ellas pueden cubrir. El majestuoso firmamento, profundo, infinito, todopoderoso, bautizaba sus frentes firmes y lisas, reflejo de su sana juventud.
El brillo de los ojos de quienes caminan juntos y alejados del mundo, iluminaba más que cientos de luceros. Pero entonces, el insano grito de quien duerme en lo profundo del cerebro deseando no despertar, se hizo oir entre el dulce sopor de la noche. Algo lo había despertado, lo inquietaba, lo molestaba. Ese sentir que nos previene de un error solamente en instantes, mostró su peso, su verdadero poder de disuadir a costa de todo.
Tal vez su costumbre de ceder ante su inestable inquilino lo forzó, o quizás fue algo más pero que ciertamente no pudo determinar nunca... La velada que lo abrazaba, contenía y esperaba que terminara de entregarse al mágico sueño, se convirtió de golpe en cuenta regresiva antes de escapar. No había estrellas, luna, magia, noche, entorno... nada de lo que vivía era reconocible.
Todo termino. La sombra que logró colgarse de sus hombros finalmente venció a la tímida ilusión de un mañana por partida doble. Punto irreversible, capaz de enfriar al más vigoroso de los fuegos. El juicio había comenzado, y el veredicto y condena se publicaron en centésimas de segundo... con el único detalle que no era lugar ni momento... de hecho, era el juicio equivocado. Obviamente, lo supo después, cuando ya era tarde para lamentos.
Hoy en día, a veces lo oigo sollozar suavemente entre rincones, lamentándose incontables veces las situaciones y sus resoluciones, reprochándose miles de cosas en pocos pares de segundos. De nada le sirve, y lo sabe, pero se asegura de aprender, entender y recordar por siempre que la vida es una sola, y cada sueño que nos negamos, toma la forma de una piedra atada al cuello, impidiéndonos avanzar por donde poco antes fuimos capaces de ver el camino correcto.
Pensar que sus aleatorios destinos se habían cruzado en circustancias tan volátiles como el tiempo mismo, me hace confirmar lo caprichoso que es este universo, y cómo juega con nosotros. Aquella vez sólo bastó con un par de intercambios de palabras, mientras se encontraban rodeados de amenas compañias, tan comunes como desconocidas para ambos, dentro del recinto introductorio a la siguiente fase académica que afrontarían.
De todas maneras, gracias a una de las múltiples y delicadas curvas que las vidas sinuosas suelen tener, se produjo el encuentro nuevamente. Esa vez, el ambiente relajado del anochecer siguió de cerca la charla, y mientras iba cubriendo de noche el cielo, vigilaba celosamente que la trenza de palabras no llegara a su fin. Miles de sonrisas afloraron durante ese rato común que, ya a sabiendas, tenía sus minutos contados.
Desde entonces, la luna se dispuso a regalarles su mejor noche, en complicidad del astro rey, quien le cedería los cielos eternos cubiertos solamente de inmensidad, dejando que las estrellas ganaran terreno y ocuparan esos pequeños huecos que sólo ellas pueden cubrir. El majestuoso firmamento, profundo, infinito, todopoderoso, bautizaba sus frentes firmes y lisas, reflejo de su sana juventud.
El brillo de los ojos de quienes caminan juntos y alejados del mundo, iluminaba más que cientos de luceros. Pero entonces, el insano grito de quien duerme en lo profundo del cerebro deseando no despertar, se hizo oir entre el dulce sopor de la noche. Algo lo había despertado, lo inquietaba, lo molestaba. Ese sentir que nos previene de un error solamente en instantes, mostró su peso, su verdadero poder de disuadir a costa de todo.
Tal vez su costumbre de ceder ante su inestable inquilino lo forzó, o quizás fue algo más pero que ciertamente no pudo determinar nunca... La velada que lo abrazaba, contenía y esperaba que terminara de entregarse al mágico sueño, se convirtió de golpe en cuenta regresiva antes de escapar. No había estrellas, luna, magia, noche, entorno... nada de lo que vivía era reconocible.
Todo termino. La sombra que logró colgarse de sus hombros finalmente venció a la tímida ilusión de un mañana por partida doble. Punto irreversible, capaz de enfriar al más vigoroso de los fuegos. El juicio había comenzado, y el veredicto y condena se publicaron en centésimas de segundo... con el único detalle que no era lugar ni momento... de hecho, era el juicio equivocado. Obviamente, lo supo después, cuando ya era tarde para lamentos.
Hoy en día, a veces lo oigo sollozar suavemente entre rincones, lamentándose incontables veces las situaciones y sus resoluciones, reprochándose miles de cosas en pocos pares de segundos. De nada le sirve, y lo sabe, pero se asegura de aprender, entender y recordar por siempre que la vida es una sola, y cada sueño que nos negamos, toma la forma de una piedra atada al cuello, impidiéndonos avanzar por donde poco antes fuimos capaces de ver el camino correcto.
martes, 8 de junio de 2010
Noche de magia
Noche porteña, teñida de magia. Emplazado sobre el occidental fragmento de la ciudad capital, renovando sus votos de reunión, en un punto donde el arte converge y se desparrama en el ambiente. El aire se carga de paz, y la luz ténue de la sala alberga los oidos que serán extasiados de música... música de calidad, tan bien concebida y tan bien parida... música como la que abriga en invierno, refresca el verano, y nos deja ese "no se que" tan lindo.
Y no es para menos; el dúo TRIM volverá a regalar a quienes estemos dispuestos a aceptarlo, el fabuloso don de la verdadera y más placentera música. El ámbito fraternal, amistoso y hartamente amable, será forzosamente engendrado, rodeado por paredes que vienen absorbiendo melodiosas obras desde hace ya mucho tiempo. Pero esta vez, TRIM no será la única varita desparramando magia...
Cita literaria, idas y venidas de términos más o menos complejos, con mayor o menor sentido, transitando el ambiente en hilos de prosa o en líricos poemas, recitando todo aquello latente por decir, esas canciones por cantar, esos sentimientos por expresar... Será la sorpresa de la noche, sin duda, como todo lo que se anuncia pero no se anticipa; aunque todos sabemos que será una sorpresa más que grata.
No será un espectáculo desbordante, ni exclusivo ni ostentoso, sino tan cálido como un evento puede llegar a ser. Es así que, una vez más, el fino arte de llenar los rincones más sensibles del alma tendrá quienes, al menos por un rato, tomen la posta de tan admirable tarea, y nos demuestren por qué el arte de hacer arte ocupa espacios tan importantes dentro de nuestras sencillas vidas.
Y no es para menos; el dúo TRIM volverá a regalar a quienes estemos dispuestos a aceptarlo, el fabuloso don de la verdadera y más placentera música. El ámbito fraternal, amistoso y hartamente amable, será forzosamente engendrado, rodeado por paredes que vienen absorbiendo melodiosas obras desde hace ya mucho tiempo. Pero esta vez, TRIM no será la única varita desparramando magia...
Cita literaria, idas y venidas de términos más o menos complejos, con mayor o menor sentido, transitando el ambiente en hilos de prosa o en líricos poemas, recitando todo aquello latente por decir, esas canciones por cantar, esos sentimientos por expresar... Será la sorpresa de la noche, sin duda, como todo lo que se anuncia pero no se anticipa; aunque todos sabemos que será una sorpresa más que grata.
No será un espectáculo desbordante, ni exclusivo ni ostentoso, sino tan cálido como un evento puede llegar a ser. Es así que, una vez más, el fino arte de llenar los rincones más sensibles del alma tendrá quienes, al menos por un rato, tomen la posta de tan admirable tarea, y nos demuestren por qué el arte de hacer arte ocupa espacios tan importantes dentro de nuestras sencillas vidas.
lunes, 7 de junio de 2010
Filosofia de vida
Hay, en esta vida que llevamos, un concepto obvio, tanto que lo ignoramos: nosotros, siempre y a toda costa, inconscientemente intentamos mantenernos vivos, y de la mejor manera posible. Hasta el más sincero de los suicidas recobra la intención de vivir instantes antes de volver a perderlas para siempre. Es el sabio instinto que la naturaleza nos otorga desde la mismísima concepción.
Este enraizado sentido de supervivencia normalmente duerme dentro nuestro, amansado por el ámbito social que nos rodea. Ya no hay animales salvajes sueltos a nuestro alrededor, ni peligro de que tribus vecinas quieran nuestras cabezas en su "mesita de luz", así que el alerta constante no rige más nuestras vidas, y comenzamos a olvidar esta habilidad... pero sigue estando ahí.
¿Qué pasaría si lográramos capitalizar ese conocimiento natural? ¿Serviría en nuestra vida cotidiana poder manejar racionalmente esa programación interior? ¿Es posible adaptar de alguna manera esta "autodefensa natural milenaria" a nuestro modo de vida actual? Bueno, seguramente si.
Pensémoslo. Ese motor siempre disponible, tirando siempre para adelante como un tren, animándonos a recordar el porqué de nuestras existencias, y apoyándonos para poder seguir adelante por y sobre todo. Tentador ¿no? Y mucho más aún sabiendo que es posible. Nunca está demás recordar en mínimas fracciones de tiempo varias razones de estar vivo. Pero ya no para esquivar la muerte, sino estar "vivo" en el más amplio sentido del término.
Adaptando esta fuerza interior a nuestras capacidades conscientes, podríamos lograr todo lo humanamente posible, dentro de nuestros alcances físicos (obviamente, nadie, por más fuerza vital que concentre en su ser, podría vivir en la luna, así como así... tampoco la pavada,jeje).
Comprendamos este potencial durmiente, esforcémonos por asumir el control de nuestro verdadero potencial humano, sigamos siempre intentando ser lo mejor que podamos ser, y de seguro, el futuro traerá mucha más bonanza que problemas, y nos llevará tan alto como podamos, arrasando con y contra todo en ese viaje.
Liberemos a la bestia dormida, y que venga lo que tenga que venir...
Este enraizado sentido de supervivencia normalmente duerme dentro nuestro, amansado por el ámbito social que nos rodea. Ya no hay animales salvajes sueltos a nuestro alrededor, ni peligro de que tribus vecinas quieran nuestras cabezas en su "mesita de luz", así que el alerta constante no rige más nuestras vidas, y comenzamos a olvidar esta habilidad... pero sigue estando ahí.
¿Qué pasaría si lográramos capitalizar ese conocimiento natural? ¿Serviría en nuestra vida cotidiana poder manejar racionalmente esa programación interior? ¿Es posible adaptar de alguna manera esta "autodefensa natural milenaria" a nuestro modo de vida actual? Bueno, seguramente si.
Pensémoslo. Ese motor siempre disponible, tirando siempre para adelante como un tren, animándonos a recordar el porqué de nuestras existencias, y apoyándonos para poder seguir adelante por y sobre todo. Tentador ¿no? Y mucho más aún sabiendo que es posible. Nunca está demás recordar en mínimas fracciones de tiempo varias razones de estar vivo. Pero ya no para esquivar la muerte, sino estar "vivo" en el más amplio sentido del término.
Adaptando esta fuerza interior a nuestras capacidades conscientes, podríamos lograr todo lo humanamente posible, dentro de nuestros alcances físicos (obviamente, nadie, por más fuerza vital que concentre en su ser, podría vivir en la luna, así como así... tampoco la pavada,jeje).
Comprendamos este potencial durmiente, esforcémonos por asumir el control de nuestro verdadero potencial humano, sigamos siempre intentando ser lo mejor que podamos ser, y de seguro, el futuro traerá mucha más bonanza que problemas, y nos llevará tan alto como podamos, arrasando con y contra todo en ese viaje.
Liberemos a la bestia dormida, y que venga lo que tenga que venir...
jueves, 3 de junio de 2010
Lágrimas de un ángel
Lágrimas en el aire, formando la espesa bruma que cala por dentro...
Lágrimas del cielo, fina lluvia dejando largos arcoiris a su paso...
Lágrimas que mojan, con ese dejo amargo que las provocan...
Lágrimas en el suelo, camino recorrido sorteando geografías faciales...
Lágrimas en el río, perlas que se disuelven con el paso del tiempo...
Lágrimas de penas, de suspiros, fragmentos de sueños rotos filosos como vidrio...
Lágrimas de risa, de emoción, validando los porqués del existir de nuestros universos...
Lágrimas de bebé, líquida expresión de la inocencia que comienza a desvanecerse...
Lágrimas delicadas, casi partículas del más fino cristal de Murano...
Lágrimas hay muchas, pero nunca serán como las Lágrimas de un ángel
Lágrimas del cielo, fina lluvia dejando largos arcoiris a su paso...
Lágrimas que mojan, con ese dejo amargo que las provocan...
Lágrimas en el suelo, camino recorrido sorteando geografías faciales...
Lágrimas en el río, perlas que se disuelven con el paso del tiempo...
Lágrimas de penas, de suspiros, fragmentos de sueños rotos filosos como vidrio...
Lágrimas de risa, de emoción, validando los porqués del existir de nuestros universos...
Lágrimas de bebé, líquida expresión de la inocencia que comienza a desvanecerse...
Lágrimas delicadas, casi partículas del más fino cristal de Murano...
Lágrimas hay muchas, pero nunca serán como las Lágrimas de un ángel
miércoles, 2 de junio de 2010
La dulce condena
Erika no sabía de qué se trataba todo eso. No entendía, no veía, no dudaba. Estaba cegada por sí misma, presa en su propia inseguridad acerca de lo que la rodeaba, de su presente oscilante entre la euforia apasionada y el desgarrador despecho. Ese péndulo anímico actuaba dentro de su cabeza, era parte inconsciente de sí misma, pero también la realidad que vivía alimentaba esta ondulación.
Su propio ser, una princesa de hojalata, se debatía constantemente. Su cuerpo y su mente trabajando en distintos rítmos... viviendo a cada minuto diferentes sentimientos, pensamientos, presenciando ocasos de burda reflexión y sufriendo amaneceres de llanto. Enroscada entre pasión y tormento, veía los días pasar, sin siquiera considerar la idea de perderlo todo por lo cual respira día a día.
Quizás, quiero creer, que fue por esto que se dedico al delito. Ladrona de guante blanco, sutil y reservada, escurridiza, precisa... casi una artista en su perverso divertimento. Pero, por más experimentado que un delincuente sea, tarde o temprano tendría su juicio. Y así fue... in fraganti, su víctima convertida en victimario, se encargó de atraparla...
Prisión merecida, bajo condena de denigrar y destruir el combustible que alimenta el motor de algunos, aquellos para los que el universo ha nacido errante y falto de quietud, quienes motivados por esta falta de rumbo cósmico dedican su ánima a conquistar sueños apasionados. Un delito no fatal, pero vil a sabiendas, dada la frialdad con que se creyó reina y dueña del recobeco donde los más íntimos deseos se dedican a reposar en paz.
Nadie la engañó jamás al respecto; ella misma eligió su propia celda, y decidió someterse a la condena... la que creía que sería una dulce condena. Pero en su jaula hermosamente adornada de flores y colores, osos de felpa, cómodos sillones, o cuanto quisiera, se chocó con la realidad: la celda, por más vistosa que se le presentara, seguía siendo una celda, privándola de la quizás cruel libertad, pero libertad al fin.
Sé que en más de una ocasión su carcelero, el más celoso de los guardianes, harto de verla encerrada, dejó el dorado cerrojo abierto, y la vía de escape liberada; hasta la despidió y le dio tiempo más que suficiente para escapar. Pero ella no lo hizo. No pudo vencer los lazos que la sujetaban a su celda. Todavía creía que su jaula de oro valía más que la propia libertad, o por lo menos, era la opción que menos terror le generaba.
Lo que Erika no consideró, es que el tiempo pasa y la vida cambia, pero desde una celda eso no se ve... Algún día saldrá, asomará la cabeza y verá que el sol no ilumina igual, ni las sombras siguen intactas. Y aquello que robó alguna vez, que tanto la entretuvo conseguir y destrozar, quedará en su prontuario por siempre, sometida al prejuicio intimidante de quienes, como yo, conocemos su miserable historia...
Su propio ser, una princesa de hojalata, se debatía constantemente. Su cuerpo y su mente trabajando en distintos rítmos... viviendo a cada minuto diferentes sentimientos, pensamientos, presenciando ocasos de burda reflexión y sufriendo amaneceres de llanto. Enroscada entre pasión y tormento, veía los días pasar, sin siquiera considerar la idea de perderlo todo por lo cual respira día a día.
Quizás, quiero creer, que fue por esto que se dedico al delito. Ladrona de guante blanco, sutil y reservada, escurridiza, precisa... casi una artista en su perverso divertimento. Pero, por más experimentado que un delincuente sea, tarde o temprano tendría su juicio. Y así fue... in fraganti, su víctima convertida en victimario, se encargó de atraparla...
Prisión merecida, bajo condena de denigrar y destruir el combustible que alimenta el motor de algunos, aquellos para los que el universo ha nacido errante y falto de quietud, quienes motivados por esta falta de rumbo cósmico dedican su ánima a conquistar sueños apasionados. Un delito no fatal, pero vil a sabiendas, dada la frialdad con que se creyó reina y dueña del recobeco donde los más íntimos deseos se dedican a reposar en paz.
Nadie la engañó jamás al respecto; ella misma eligió su propia celda, y decidió someterse a la condena... la que creía que sería una dulce condena. Pero en su jaula hermosamente adornada de flores y colores, osos de felpa, cómodos sillones, o cuanto quisiera, se chocó con la realidad: la celda, por más vistosa que se le presentara, seguía siendo una celda, privándola de la quizás cruel libertad, pero libertad al fin.
Sé que en más de una ocasión su carcelero, el más celoso de los guardianes, harto de verla encerrada, dejó el dorado cerrojo abierto, y la vía de escape liberada; hasta la despidió y le dio tiempo más que suficiente para escapar. Pero ella no lo hizo. No pudo vencer los lazos que la sujetaban a su celda. Todavía creía que su jaula de oro valía más que la propia libertad, o por lo menos, era la opción que menos terror le generaba.
Lo que Erika no consideró, es que el tiempo pasa y la vida cambia, pero desde una celda eso no se ve... Algún día saldrá, asomará la cabeza y verá que el sol no ilumina igual, ni las sombras siguen intactas. Y aquello que robó alguna vez, que tanto la entretuvo conseguir y destrozar, quedará en su prontuario por siempre, sometida al prejuicio intimidante de quienes, como yo, conocemos su miserable historia...
martes, 1 de junio de 2010
El futuro
Después de releer mis últimos relatos y reflexiones, me di cuenta que menciono mucho el futuro... Y casualmente, como con todo lo que me pongo a escribir, me fueron surgiendo dudas al respecto. Ciertamente, lo nombré por mera costumbre, como quien relata el estado del clima, o como una palabra más, pero ahora creo darme cuenta que lo tomé a la ligera. Entonces llegó el momento de hacerme varias preguntas... y ya que estamos, tratar de respondermelas.
¿Existe el futuro? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cómo se crea o se destruye? ¿Cómo se lo modifica?
Obviamente, no son cuestiones sencillas de resolver. Ni siquiera es posible asegurar a ciencia cierta que dichas respuestas puedan ser definidas, al menos en palabras, o que mínimamente existan. Muchos científicos, año tras año, obsesionados con el tiempo, el futuro, el presente, la "cuarta dimensión", los viajes en el espacio-tiempo, han intentado resolver este tipo de complejas incógnitas, sin tener declarados resultados demasiado avanzados. Obviamente, no espero resolverlos yo tampoco, pero quizás sirva tener un concepto propio que me conforme al menos hoy.
Creo que el futuro de por sí no existe. Tengo la necesidad de pensar que lo creamos día a día, a través de nuestras acciones, nuestros actos, más o menos cotidianos, solamente existiendo; pero eso sí, siempre con una existencia autojustificable. Me explico; ¿vale la pena un futuro sin metas, sin ambiciones de superación, sin ganas de vivir? ¿existe el futuro para quienes nada más aguardan por llegar? ¿está escrita la próxima página del libro de la vida, para quien no tiene ganas de seguir leyendo?
Bueno, yo creo que no. Y no por pensar si es posible o no... esto queda al margen de la cuestión, ya que de nada sirve un futuro repleto a quien no le interese vivirlo. Mi manera de creer en un futuro me dice que estoy dispuesto a enfrentarlo, y que si no fuera así, ¿para qué querría un futuro? Es una pregunta simple, básica, y muy apegada al ser humano, tanto que podría asimilarse con la simple "Si no quiero un helado ¿para qué lo voy a comprar?".
Tal vez sea una reducción muy simplista, lo se, pero seguramente en un tema tan complejo sea difícil ser más "específicamente correcto" sin entrar siquiera en mares de números o planteos de muy alto nivel. Pero por suerte no hace falta tanta precisión cuando de temas humanos se trata, porque no somos ecuaciones, ni fórmulas empíricas, ni sucesos naturales predecibles.
Es que, justamente, quizás lo impredecible sea lo que le sume emoción a nuestros días, pero eso ya merece un tema aparte. Igualmente, por ahora, me seguiré encargando de ir escribiendo mi futuro, paso a paso, sin pausa pero sin prisa, tratando de escribir lento pero prolijo, con trazo suave pero decidido, borrando pero sin tachar cuando es necesario; dibujaré sobre los márgenes, subrayaré las palabras nacidas de los sueños, escribiré en colores los nombres de las pasiones... todo con cuidado sabiendo, o por lo menos creyendo, que repercutirá en el futuro por venir, pero sin olvidar que, mientras desparrame encima todo lo que realmente quiera... bueno, nada puede arruinar un libro que aún se está escribiendo, ¿no?
¿Existe el futuro? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cómo se crea o se destruye? ¿Cómo se lo modifica?
Obviamente, no son cuestiones sencillas de resolver. Ni siquiera es posible asegurar a ciencia cierta que dichas respuestas puedan ser definidas, al menos en palabras, o que mínimamente existan. Muchos científicos, año tras año, obsesionados con el tiempo, el futuro, el presente, la "cuarta dimensión", los viajes en el espacio-tiempo, han intentado resolver este tipo de complejas incógnitas, sin tener declarados resultados demasiado avanzados. Obviamente, no espero resolverlos yo tampoco, pero quizás sirva tener un concepto propio que me conforme al menos hoy.
Creo que el futuro de por sí no existe. Tengo la necesidad de pensar que lo creamos día a día, a través de nuestras acciones, nuestros actos, más o menos cotidianos, solamente existiendo; pero eso sí, siempre con una existencia autojustificable. Me explico; ¿vale la pena un futuro sin metas, sin ambiciones de superación, sin ganas de vivir? ¿existe el futuro para quienes nada más aguardan por llegar? ¿está escrita la próxima página del libro de la vida, para quien no tiene ganas de seguir leyendo?
Bueno, yo creo que no. Y no por pensar si es posible o no... esto queda al margen de la cuestión, ya que de nada sirve un futuro repleto a quien no le interese vivirlo. Mi manera de creer en un futuro me dice que estoy dispuesto a enfrentarlo, y que si no fuera así, ¿para qué querría un futuro? Es una pregunta simple, básica, y muy apegada al ser humano, tanto que podría asimilarse con la simple "Si no quiero un helado ¿para qué lo voy a comprar?".
Tal vez sea una reducción muy simplista, lo se, pero seguramente en un tema tan complejo sea difícil ser más "específicamente correcto" sin entrar siquiera en mares de números o planteos de muy alto nivel. Pero por suerte no hace falta tanta precisión cuando de temas humanos se trata, porque no somos ecuaciones, ni fórmulas empíricas, ni sucesos naturales predecibles.
Es que, justamente, quizás lo impredecible sea lo que le sume emoción a nuestros días, pero eso ya merece un tema aparte. Igualmente, por ahora, me seguiré encargando de ir escribiendo mi futuro, paso a paso, sin pausa pero sin prisa, tratando de escribir lento pero prolijo, con trazo suave pero decidido, borrando pero sin tachar cuando es necesario; dibujaré sobre los márgenes, subrayaré las palabras nacidas de los sueños, escribiré en colores los nombres de las pasiones... todo con cuidado sabiendo, o por lo menos creyendo, que repercutirá en el futuro por venir, pero sin olvidar que, mientras desparrame encima todo lo que realmente quiera... bueno, nada puede arruinar un libro que aún se está escribiendo, ¿no?
Torciendo el destino
Ernesto finalmente se serenó. Tal como la sabiduría popular suele decir, "después de la tormenta siempre llega la calma". Había quemado años del combustible de su vida en inútiles pesares, y hoy podía volver a pensar como hace mucho no lo hacía, envuelto en calma espiritual.
La violenta herencia de una infancia sometida al ataque constante de sus pares, la inseguridad, el miedo al prójimo y la desmedida desconfianza, manejaban su vida más que sus propias decisiones y deseos. Era un esclavo de sí mismo, preso en sus temores sociales, y sometido a un existir miserable, abrumado de malestares, autoflagelándose sin látigos ni cadenas, sino con el solo hecho de respirar el mismo aire que la sociedad a la que tanto temía, y por qué no, también odiaba.
Aunque el verdadero problema de Ernesto, era el innegable conocimiento que tenía sobre su situación. El hecho de verse tan desvalido ante la adversidad reinante, dentro de un entorno agresivo, hostil y para nada comprensivo, en el cual no se veía como un futuro sobreviviente, lo aplastaba de modo asfixiante. A veces, hasta sentía que la locura venía por él, vestida de negro y con una filosa guadaña en la mano, y dispuesta a usarla.
Los años pasan, la vida pasa, el entorno cambia, pero él se encontraba estancado en su oscuro presente interior. Se sentía inamovible por el paso del tiempo, como quien se ancla al suelo para no ser desplazado por un huracán. La situación no parecía tener solución posible, pero el destino tuvo un rol determinante en su vida, arrimándole una carta ganadora, una "chance de gol".
La combinación de las suertes del universo le otorgó un año de gracia, en el que su nefasto presente le daría respiro, pero a cambio debía jurarse luchar con pasión por mantener ese destino venturoso que se mostraba como promesa de regalo y premio, si lo lograba. Y decidido, ayudado por no tener nada que perder, se juró, y dió todo cuanto pudo por torcer su futuro.
Vaya a saber uno cómo y por qué, venciendo todo trazo predecible, Ernesto logró resistir aún caminando sobre los carbones al rojo. Y esa tal vez fue su carta de victoria, ya que, de haber cedido en su lucha, no habría vuelta atrás posible, y la historia no tendría final feliz y esperanzador. Felizmente, validó la ayuda de su suerte, y logró torcer su destino.
Así su futuro comenzó a brillar, y sus deseos, inquietudes, sueños, lograron un valor que nunca habían tenido. Su vida tomó un rumbo más sano, más normal, y sobre todo, libre de traumas (o casi... nada es perfecto). Pero decididamente tenía perspectivas a futuro, un alegre porvenir, metas por cumplir y deseos que satisfacer en este mundo de mortales.
La última vez que lo vi, era otra persona. Durante los varios años que perdimos contacto se convirtió en uno más en esta sociedad, luchando por ser mejor... Y me contó aquella vez que iba trás un sueño, muy importante diría yo, que le encantaría poder experimentar, y se venía adeudando demasiado tiempo para una vida...
La verdad, pocas cosas me conmovieron en la vida tanto como su intención de mejorar, de seguir intentando, de no dejarse someter al amanse, y espero que Ernesto pueda lograr finalmente eso que hoy en día anhela. Será difícil, como tódo lo bueno en esta vida... pero algo me dice, muy dentro mío, que tarde o temprano lo va a lograr. Lo merece, y eso es lo que importa.
La violenta herencia de una infancia sometida al ataque constante de sus pares, la inseguridad, el miedo al prójimo y la desmedida desconfianza, manejaban su vida más que sus propias decisiones y deseos. Era un esclavo de sí mismo, preso en sus temores sociales, y sometido a un existir miserable, abrumado de malestares, autoflagelándose sin látigos ni cadenas, sino con el solo hecho de respirar el mismo aire que la sociedad a la que tanto temía, y por qué no, también odiaba.
Aunque el verdadero problema de Ernesto, era el innegable conocimiento que tenía sobre su situación. El hecho de verse tan desvalido ante la adversidad reinante, dentro de un entorno agresivo, hostil y para nada comprensivo, en el cual no se veía como un futuro sobreviviente, lo aplastaba de modo asfixiante. A veces, hasta sentía que la locura venía por él, vestida de negro y con una filosa guadaña en la mano, y dispuesta a usarla.
Los años pasan, la vida pasa, el entorno cambia, pero él se encontraba estancado en su oscuro presente interior. Se sentía inamovible por el paso del tiempo, como quien se ancla al suelo para no ser desplazado por un huracán. La situación no parecía tener solución posible, pero el destino tuvo un rol determinante en su vida, arrimándole una carta ganadora, una "chance de gol".
La combinación de las suertes del universo le otorgó un año de gracia, en el que su nefasto presente le daría respiro, pero a cambio debía jurarse luchar con pasión por mantener ese destino venturoso que se mostraba como promesa de regalo y premio, si lo lograba. Y decidido, ayudado por no tener nada que perder, se juró, y dió todo cuanto pudo por torcer su futuro.
Vaya a saber uno cómo y por qué, venciendo todo trazo predecible, Ernesto logró resistir aún caminando sobre los carbones al rojo. Y esa tal vez fue su carta de victoria, ya que, de haber cedido en su lucha, no habría vuelta atrás posible, y la historia no tendría final feliz y esperanzador. Felizmente, validó la ayuda de su suerte, y logró torcer su destino.
Así su futuro comenzó a brillar, y sus deseos, inquietudes, sueños, lograron un valor que nunca habían tenido. Su vida tomó un rumbo más sano, más normal, y sobre todo, libre de traumas (o casi... nada es perfecto). Pero decididamente tenía perspectivas a futuro, un alegre porvenir, metas por cumplir y deseos que satisfacer en este mundo de mortales.
La última vez que lo vi, era otra persona. Durante los varios años que perdimos contacto se convirtió en uno más en esta sociedad, luchando por ser mejor... Y me contó aquella vez que iba trás un sueño, muy importante diría yo, que le encantaría poder experimentar, y se venía adeudando demasiado tiempo para una vida...
La verdad, pocas cosas me conmovieron en la vida tanto como su intención de mejorar, de seguir intentando, de no dejarse someter al amanse, y espero que Ernesto pueda lograr finalmente eso que hoy en día anhela. Será difícil, como tódo lo bueno en esta vida... pero algo me dice, muy dentro mío, que tarde o temprano lo va a lograr. Lo merece, y eso es lo que importa.
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