Miércoles, 28 de Mayo, Capital Federal. El día nace, contando las horas para volver a fallecer. El cotidiano empleo drena la energía del cuerpo y succiona las capacidades de la mente, pero deja intacta la pasión en el corazón.
Las horas pasan, arrastrándose lentamente como babosas, de paso lento y cansino, agravado minuto a minuto conforme se acerca el horario del espectáculo. El encierro en las tareas asalariadas, la agitación y la expectativa ante las perspectivas hacia el futuro próximo, dejan su sello en el organismo, que comienza a resentirse de sus decrecientes fuerzas diurnas. Pese a todo, la intención continúa firme, y el objetivo continúa acercándose en el tiempo...
La hora había llegado. Años de espera, accedidos por horas de cola y burocráticos procesos de autenticación. Pasado el trámite, encallo en la bahía de la música, encarnada frente al escenario que vería revivir a una de las máquinas más perfectas que el Thrash pudo concebir: MEGADETH.
Problemas de sonido, retrasos, minutos de angustia en la población metalera presente. Los ánimos caldeados, se oyen cánticos de tenor frustrado, de agresión, de repudio, de inmensa necesidad de la suprema dósis de metal del bueno. No aparece respuesta a la pregunta reinante pero nunca mencionada: "¿Qué pasa que no arranca?"
Los minutos pesan, el fantasma del jueves se distingue cada vez más cercano, pero sin resignarse a su tempranero abrazo. La impaciencia comienza a apremiar por sobre la cordura, maximizando el efecto tranquilizador del finalmente reparado sonido.
"La bestia" sale a escena, bajo una lluvia de muestras gratis de saliva. El fastidio evidente, sumado al desamor para con la sombra de quien supo ser leyenda viva, produjo un acentuado repudio en la mayor parte del público presente, eliminándose la tensión tan sólo al recurrir a una de las grandes obras de Hermética, como broche de su actuación. Fin del recital de O'Connor.
Silencio. Luces a mi alrededor. Deseos de congelar el tiempo y espacio, de que el momento perdura por siempre. Nuevamente la impaciencia apremia, pero ya bajo un clima con menor tensión. El tiempo camina lento otra vez, la espera se acentúa...
Y sucede... El recinto se tambalea ante la explosión de pasión contenida... y es que los humanos contenemos nuestra mayor energia en nuestros corazones, depositada en forma de pasión. Rengos que saltaban, desvanecidos que permanecían en pie, todos al compás de la fiesta que comenzaba y...
La historia sigue, pero no puede comentarse con palabras...
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