miércoles, 26 de mayo de 2010

El tiempo

Nosotros, los seres humanos, hemos inventado un concepto totalmente abstracto: EL TIEMPO. Así es; el tiempo no existe como tal, no es un ser palpable, visible, o al menos audible, ni siquiera material. Sin embargo, el tiempo lo rige todo... todo puede medirse por nombres como meses, años, días, siglos, pero que siempre serán múltiplos de lo mismo.

Pero hay algo escalofriante en este concepto, y es que este ente universal, además de marcar longitudes de instantes, tiene muchas más propiedades... curiosamente, muchas de esas bastante destructivas.

El tiempo es voraz... lo debora todo a su paso. No importa qué tan fuertes sean las murallas, qué tan firmes sean los cuerpos, qué tan perfecto sea lo que lo enfrente, todos ellos tienen un destino marcado, y nunca vencerán al tiempo. Serán fagocitados en plazos menores o mayores, pero todo cae a causa de su brutal e incesante atropello. Es dueño de todo cuanto existe, y de él depende que permanezca en pie. Realmente poderoso para ser tan sólo un concepto imaginario, ¿no?

Los hombres (como raza), conocemos y pertenecemos a este concepto sin que nadie siquiera nos lo explique, ni que nos pidan nuestra confirmación para meternos en esta joda. De hecho, ningún organismo vivo lo ignora; el tiempo trasciende más allá de toda capacidad cerebral, tanto que no necesita un cerebro en el cual manifestarse. Pero lo cierto es que en los humanos, lo hace. Creo que todo ser expresamente consciente de su existencia, siente los efectos del tiempo dentro de su mente.

Bueno, yendo al punto, nosotros, como seres racionales, podemos calificar y evaluar el paso del tiempo, efectuar predicciones, proyectos, modelos de vida, esperanzas en vista a un futuro más o menos distante, y estamos totalmente enterados de lo irreversible que puede tornarse... Sabemos que perder tiempo es más valioso de lo que realmente llegamos a apreciar en vida, y tal vez por eso no nos planteamos seriamente la idea de no desperdiciarlo.

Además, nuestro reloj biológico corporal, nos marca y recuerda que, mal que nos pese, el tiempo camina sin cesar.
Todos, desde el más famoso personaje, hasta el lobo más solitario saben que el tiempo escurre entre sus dedos, y que ese mismo tiempo tal vez vea algún día que el lobo se acerque a una sociedad, o que el famosos se exilie en soledad. Pero ellos nunca olvidarán lo que fueron, y está bien que así sea, porque sus recuerdos fueron atrapados por el tiempo, para mantenerlos vivos e inalterables, y que no se pierdan en la nada misma.

Aprovechemos nuestro tiempo. Los recuerdos, recuerdos son; siempre lo serán, a partir de que dejan de ser nuestro presente, ahí estarán para visitarlos, totalmente inmóviles, escasos de cualquier progreso. Así que generemos más recuerdos, vivamos el presente, sin olvidar lo vivido, pero pretendiendo acumular pasado...

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