miércoles, 2 de diciembre de 2009

La guitarra hecha voz

Hace un tiempo, hice mi humilde llamado público a detener el sentimiento de "rivalidad", cuando una discusión refiera a la elección del "MEJOR GUITARRISTA". También aporté mis argumentos para pedir que así fuera. Junto con eso, dejé perfectamente clara mi opinión al respecto, y mi elección de preferencia.

Pero me puse a pensar... ¿Qué es lo que hace que la gente tienda a rivalizar, creyéndose dueños de la verdad, discutiendo sus preferencias a muerte y por sobre toda opinión ajena? ¿De dónde surge esta irrefrenable tendencia? Debe haber un motivo...

Y lo encontré. El verdadero motivo, es que cada uno de los "guitarristas discutidos" tiene un don: Puede "hablar" por medio de su guitarra. Cada uno posee su propia prosa y poética, armónica y melódica, cada uno con su rúbrica personal, particular, única...
Algunos parecen susurrar dulcemente al tocar, otros parecen gritar o gemir; algunos se comunican de manera realmente veloz, mientras que otros manejan un relato colmado de serenidad.

Y, así como cada uno de estos músicos "oradores" tiene su estilo particular de transmitirnos lo que nos quieren decir, cada uno de nosotros tiene su modo de interpretar el mensaje. Algunos prefieren que los temas les golpeen la cabeza, otros que les acaricien los oídos; algunos prefieren llenarse de adrenalina al escuchar, y otros alcanzar cierto nivel de paz interior... es natural y lógico, todos somos distintos.

Podríamos ponernos horas y horas a revisar el estilo compositivo, armónico y estilístico de cada uno de ellos... desenvolver su mundo de fantasía musical, desentrañar el misterio de sus más fantásticos desarrollos, analizar detalladamente los cómos y los porqués de sus más intrincadas técnicas al tocar, desde los más dulces bendings hasta los más violentos armónicos, los suaves vibratos, o los veloces legatos, crescendos, diminuendos, o cualquier tipo de expresión que tanta vida le da a sus obras... pero sería inútil. La vida de sus obras recide en el mensaje; ese mensaje que, con o sin palabras, nos llega a lo más hondo del alma, lo demás es "el relleno" que le termina de dar forma al tema.

A veces, es la letra las que nos invade de manera directa; otras veces, un sutil solo puede reemplazarla, con esa contundencia que una gran línea melódica tiene de por sí.

Así que aprendamos a captar el mensaje, a saborearlo a nuestro modo, sin criticar a aquellos que no nos gusten, y seamos felices con eso; nada más hace falta para disfrutar de la música.

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