Si, a todos nos pasa, esa situación que nunca dimos por terminada, como cuando se nos ocurre qué decir o cómo responder, pero horas después de que la oportunidad pasó de largo.
Es odioso, molesto, nos deja un sabor amargo en el subconsciente, saber qué hacer o qué decir, cuand ya es tarde, o tardísimo. Y ahí empieza la fase 2 del tema, deseamos la revancha; esperamos que de algún modo se dé nuevamente la ocasión de decir lo que se debió decir, o de hacer lo que se debió hacer en ese momento. Empezamos a decir "la próxima... [insertar acto tardío aquí]", aunque sabemos obviamente, que cada momento es único e irrepetible, y que por mucho que nos enfoquemos en revertir la situación, o pretendamos que se nos de la misma (y exactamente igual) ocasión de decir aquello que nos quedó atragantado, la chance nunca más volverá.
Y eso entonces desencadena la fase 3: "qué boludo, debí haber hecho/dicho que... [otra vez, acá va el acto tardío]", armando recriminaciones y todo tipo de reproches que una vez más, también sabemos que no tienen sentido, pero igual lo hacemos. Revivimos una y otra vez la escena conflictiva, e imaginamos el desenlace de toda la cadena de sucesos, incluyendo obviamente aquello que uno dejó pasar de largo en realidad, y desahogandose así de cierto sentimiento de culpabilidad para con uno mismo.
Hecho todo esto, llega la fase 4: "bueno, ya fue, total, ya pasó", liquidando el proceso iniciado en aquel desdichado descuido, en que olvidamos mencionar o hacer algo en particular. Y ahí termina la rueda... ¿o no?
¿Qué pasaría si tuvieramos nuevamente la chance de poder embocar ese detalle olvidado en una situación muy similar? Aquella oportunidad de liquidar un tema explícitamente, usando todo lo que quedó alguna vez en el tintero... ¿Tomaríamos la oportunidad de terminar ese remanente?
La verdad, creo que SI, y si me equivoco, al menos me saco las ganas de decir lo que me quedó picando alguna vez...
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