lunes, 13 de septiembre de 2010

Noche junto a los mios

Noche porteña, grabada en luces y sombras que no descansan en su incesante subsistir. El tránsito, la masa humana que no duerme, el desfile de móviles ruidosos y faltos de paz... Básicamente, una noche más en el nido de concreto que entre tantos compartimos, alimentando al barullo al que tan mansamente nos hemos sabido entregar.

Motivados por el aún reciente día especial, en la vida de alguien especial, nos encontramos reunidos para celebrar la conmemoración del nacimiento de quién hoy compartía nuestros ratos. Una persona conocida hace ya mucho tiempo... 15 o 16 años, tal vez más, tal vez menos... mi memoria divaga en nubes de recuerdos demasiado lejanos como para exigirle precisión.

Amenas las charlas compartidas, los ratos de incesante parloteo que preceden a la modesta cena, simple pero no por ello menos valiosa. Pizzas sazonadas con miles de perladas sonrisas, decoradas con miles de charlas y saboreadas con mucha hambre, hacían olvidar que, en otro punto del mapa, menguaban las chances de la espectacularidad musical relegada a un segundo plano.

Para el final de la noche llega la ronda de mates, esa amada y tradicional infusión tan argentina como el dulce de leche o la arrogancia. La lucidez empieza a desvanecerse, escurriéndose como arena entre los dedos, presa del grillete del sueño, y marcando el principio del final de la velada. Es por eso que, uno a uno nos retiramos, buscando ceder a los placeres del descanso.

Pero mientras volvía a ese, mi lugar conquistado, tan propio como personal, lo entendí muy claramente... esa es la gente con la que quiero y disfruto estar. No es algo que pueda decidir, o siquiera pensar claramente, sólo sé que es así. Y por eso hoy, agradezco a la suerte por estos ratos de alegrías compartidas entre nosotros, y estaré siempre esperando por la próxima vez...

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