Improvisar en la música, instrumento en mano, es una de las expresiones más perfectas y a su vez más simples que puede haber en la vida de una persona. Ya sea en la soledad de una habitación, como también acosado por decenas de miradas clavadas en uno, es una experiencia fantástica. Es, sencillamente, experimentar la libertad de los sentidos, aplicados y canalizados a través de algún medio locutor, que a fuerza de no proferir ni tan sólo una palabra, puede decir muchísimo.
Un discurso del alma, que no tiene voz, pero sí conciencia, y se manifiesta en la motricidad durante la ejecución del instrumento en cuestión. Es ver brotar ese manantial de cosas que nunca supimos donde están enterradas y escondidas en el fondo del propio ser, y que nos maravillan en la intimidad, siendo cómplices de haberlas parido desde lo más profundo hacia la superficie, y sin escalas.
Son secuencias de colores que no se ven, un baile de tensiones y reposos audibles, que asocian y disocian ideas, sentires y credos del artista afortunado, al invocar los pasajes extendidos de su propia piel. Combinaciones animadas de arritmias y compases, afloran anudadas en busca de desintegrarse a través del aire, bombardeando, penetrando, a quienes se arriman presos del éxtasis musical, buscando absorber y adoptar las coincidencias sensoriales transmitidas.
Es por eso que tengo que agradecer, al querido Beto, la oportunidad de su tiempo, de su espacio, de su sabiduría conceptual y espiritual, de ese todo que es nada y esa nada que es todo, cuando entramos a explorar el ámbito musical. Gracias por el abanico de caracteres sonoros que dejaste a disposición, gracias por adiestrarme en su uso, y gracias también por creerme capaz de demostrar que puedo combinar y redescubrir mis propios panoramas a gusto y forma... Por eso, muchas gracias...
PD: Ahora con un diploma de Rockstar en la mano, es otro motivo para agradecer, jaja
miércoles, 29 de septiembre de 2010
lunes, 27 de septiembre de 2010
Señoras y señores...
Noche porteña, pocas estrellas en el cielo urbano, que ataca el imperio del eterno infinito astral, cegando los mágicos fulgores con sus luces de mercurio. El clima acompaña cediendo la quietud y la calma, enmarcando la velada con la suave brisa nocturna. No hace calor, no hace frío; no llueve, ni tampoco el sol está presente, solo instrumentos regados por doquier, en paredes, suelos y hombros ajenos.
Equipos, vaivenes humanos, aire enriquecido de arte expreso en notas o acordes, acompañan el ritmo que marcan los pasos que deambulan incesantes por los ambientes. Patio abierto, techado tan sólo por la inmensidad del oscuro telon celestial... Sillas, sillas, y más sillas, formando rigurosas filas, dispuestas a contener el aluvión de gente y de música, en partes iguales.
La masa comienza a replegarse sobre los asientos, trayendo y esparciendo, contribuyendo a la ansiedad de quienes se disponen a cerrar el binomio del espectáculo propuesto. Nerviosismo, tensión voraz, pero también confianza y deseo de ser lo que se desea ser, y de hacer lo que se viene a hacer... Finalmente, el grupo de gente que dispone de ganas, tiempo y hambre de música queda replegado formado el público de la noche.
...Y la noche comienza... simples muestras del básico arte de la música, que arranca las primeras palmas de la noche, rompiendo con la titánica tarea de la apertura, que, increiblemente, pese a la carga emocional, no logró arrebatar la emoción juvenil de las protagonistas. Y así, sucesivas precencias de pujantes sueños musicales fueron redondeando la noche más especial para quienes empezabamos así nuestra lista de presencias públicas.
Finalmente, la experiencia toma el mando, con una breve y contundende actuación del gran dúo TRIM, en las cuales reviven piezas conocidas pero no por eso menos espectaculares, ejemplos de ejecución con sentimiento y entrega total. Y la velada termina con una contribución de la banda invitada Mar Aun, una verdadera joya que logra sorprender con su sólida mecánica compositiva y su dulce combinatoria de instrumentación, un muy valioso descubrimiento para quienes amamos la música.
En fin, sólo me queda la certeza de que deseo que se repita alguna vez la maravilla del evento...
Equipos, vaivenes humanos, aire enriquecido de arte expreso en notas o acordes, acompañan el ritmo que marcan los pasos que deambulan incesantes por los ambientes. Patio abierto, techado tan sólo por la inmensidad del oscuro telon celestial... Sillas, sillas, y más sillas, formando rigurosas filas, dispuestas a contener el aluvión de gente y de música, en partes iguales.
La masa comienza a replegarse sobre los asientos, trayendo y esparciendo, contribuyendo a la ansiedad de quienes se disponen a cerrar el binomio del espectáculo propuesto. Nerviosismo, tensión voraz, pero también confianza y deseo de ser lo que se desea ser, y de hacer lo que se viene a hacer... Finalmente, el grupo de gente que dispone de ganas, tiempo y hambre de música queda replegado formado el público de la noche.
...Y la noche comienza... simples muestras del básico arte de la música, que arranca las primeras palmas de la noche, rompiendo con la titánica tarea de la apertura, que, increiblemente, pese a la carga emocional, no logró arrebatar la emoción juvenil de las protagonistas. Y así, sucesivas precencias de pujantes sueños musicales fueron redondeando la noche más especial para quienes empezabamos así nuestra lista de presencias públicas.
Finalmente, la experiencia toma el mando, con una breve y contundende actuación del gran dúo TRIM, en las cuales reviven piezas conocidas pero no por eso menos espectaculares, ejemplos de ejecución con sentimiento y entrega total. Y la velada termina con una contribución de la banda invitada Mar Aun, una verdadera joya que logra sorprender con su sólida mecánica compositiva y su dulce combinatoria de instrumentación, un muy valioso descubrimiento para quienes amamos la música.
En fin, sólo me queda la certeza de que deseo que se repita alguna vez la maravilla del evento...
martes, 14 de septiembre de 2010
Irreversible...
Irreversible, el haz de luz que atraviesa el espacio sin rumbo ni sentido...
Irreversible, oir esa voz cargada de adioses que gritan, así sea susurrando...
Irreversible, cuando la lluvia le cede al sol el imperio de los cielos...
Irreversible, el paso del tiempo, implacable, constantemente hambriento de segundos...
Irreversible, aquel escape vertiginoso, incomprensible, tan seco como una muerte...
Irreversible, la capa de ceniza que todo lo cubre, en las urbes de luz eterna...
Irreversible, el vacío, el desprecio, el indeseable regalo de la indiferencia...
Irreversible, la filosa guadaña, acosadora sin descanso, cuando elije un objetivo...
Irreversible, la complicidad con la irreverencia de quienes transitan la vida sin un sentido...
Irreversible, tu cuerpo, mi cuerpo, la distancia y el destino que nos separará por siempre...
Irreversible es todo, ya que ningun momento volverá a ocurrir jamás...
Irreversible, oir esa voz cargada de adioses que gritan, así sea susurrando...
Irreversible, cuando la lluvia le cede al sol el imperio de los cielos...
Irreversible, el paso del tiempo, implacable, constantemente hambriento de segundos...
Irreversible, aquel escape vertiginoso, incomprensible, tan seco como una muerte...
Irreversible, la capa de ceniza que todo lo cubre, en las urbes de luz eterna...
Irreversible, el vacío, el desprecio, el indeseable regalo de la indiferencia...
Irreversible, la filosa guadaña, acosadora sin descanso, cuando elije un objetivo...
Irreversible, la complicidad con la irreverencia de quienes transitan la vida sin un sentido...
Irreversible, tu cuerpo, mi cuerpo, la distancia y el destino que nos separará por siempre...
Irreversible es todo, ya que ningun momento volverá a ocurrir jamás...
lunes, 13 de septiembre de 2010
Humanizando el trabajo
Todo en el trabajo es rígido. Esa es la concepción que, a priori, tenemos de nuestro entorno laboral. La inflexible rigurosidad de nuestras relaciones interpersonales parece ineludible. Hablar con un jefe pasa de ser solamente una charla a ser una batalla de ideales, de despliegues pirotécnicos de palabras que pelean silenciosamente por llegar mas alto que las de nuestro interlocutor.
Solemos olvidar que los que nos rodean son seres humanos, con riquezas y miserias, con tantas bondades como porfiadas actitudes, tan humanas, tan normales como el sol o la lluvia. Son gente como cualquier otra, que lamenta tanto como uno ser cautivo de este sistema que nos amarra a todos, observándonos luchar por mantenernos a flote en este caldo de rutinarias obsesiones.
Es un reto llegar a comprender, entender y asociar la idea de que esos mismos seres que nos rodean en una competencia salvaje, como lo es el ambiente laboral, que nos envuelven entre las rígidas tramas de las responsabilidades, sujetando y asfixiando, también tienen deseos de ser y de crecer, de comprenderse con gente afin, de escuchar y ser escuchado, de no sentirse solos en este lugar que a todos nos oprime a la obediencia jerárquica.
Y es por todo eso que hoy tímidamente comienzo a comprender, que cada día la comodidad aumenta, pese a las mayores presiones, mayores responsabilidades, mayores compromisos y en menores tiempos... todo se diluye y se redibuja cuando se encuentra con la causa raíz de todos los actos: son solamente seres humanos que los llevan a cabo...
Solemos olvidar que los que nos rodean son seres humanos, con riquezas y miserias, con tantas bondades como porfiadas actitudes, tan humanas, tan normales como el sol o la lluvia. Son gente como cualquier otra, que lamenta tanto como uno ser cautivo de este sistema que nos amarra a todos, observándonos luchar por mantenernos a flote en este caldo de rutinarias obsesiones.
Es un reto llegar a comprender, entender y asociar la idea de que esos mismos seres que nos rodean en una competencia salvaje, como lo es el ambiente laboral, que nos envuelven entre las rígidas tramas de las responsabilidades, sujetando y asfixiando, también tienen deseos de ser y de crecer, de comprenderse con gente afin, de escuchar y ser escuchado, de no sentirse solos en este lugar que a todos nos oprime a la obediencia jerárquica.
Y es por todo eso que hoy tímidamente comienzo a comprender, que cada día la comodidad aumenta, pese a las mayores presiones, mayores responsabilidades, mayores compromisos y en menores tiempos... todo se diluye y se redibuja cuando se encuentra con la causa raíz de todos los actos: son solamente seres humanos que los llevan a cabo...
Noche junto a los mios
Noche porteña, grabada en luces y sombras que no descansan en su incesante subsistir. El tránsito, la masa humana que no duerme, el desfile de móviles ruidosos y faltos de paz... Básicamente, una noche más en el nido de concreto que entre tantos compartimos, alimentando al barullo al que tan mansamente nos hemos sabido entregar.
Motivados por el aún reciente día especial, en la vida de alguien especial, nos encontramos reunidos para celebrar la conmemoración del nacimiento de quién hoy compartía nuestros ratos. Una persona conocida hace ya mucho tiempo... 15 o 16 años, tal vez más, tal vez menos... mi memoria divaga en nubes de recuerdos demasiado lejanos como para exigirle precisión.
Amenas las charlas compartidas, los ratos de incesante parloteo que preceden a la modesta cena, simple pero no por ello menos valiosa. Pizzas sazonadas con miles de perladas sonrisas, decoradas con miles de charlas y saboreadas con mucha hambre, hacían olvidar que, en otro punto del mapa, menguaban las chances de la espectacularidad musical relegada a un segundo plano.
Para el final de la noche llega la ronda de mates, esa amada y tradicional infusión tan argentina como el dulce de leche o la arrogancia. La lucidez empieza a desvanecerse, escurriéndose como arena entre los dedos, presa del grillete del sueño, y marcando el principio del final de la velada. Es por eso que, uno a uno nos retiramos, buscando ceder a los placeres del descanso.
Pero mientras volvía a ese, mi lugar conquistado, tan propio como personal, lo entendí muy claramente... esa es la gente con la que quiero y disfruto estar. No es algo que pueda decidir, o siquiera pensar claramente, sólo sé que es así. Y por eso hoy, agradezco a la suerte por estos ratos de alegrías compartidas entre nosotros, y estaré siempre esperando por la próxima vez...
Motivados por el aún reciente día especial, en la vida de alguien especial, nos encontramos reunidos para celebrar la conmemoración del nacimiento de quién hoy compartía nuestros ratos. Una persona conocida hace ya mucho tiempo... 15 o 16 años, tal vez más, tal vez menos... mi memoria divaga en nubes de recuerdos demasiado lejanos como para exigirle precisión.
Amenas las charlas compartidas, los ratos de incesante parloteo que preceden a la modesta cena, simple pero no por ello menos valiosa. Pizzas sazonadas con miles de perladas sonrisas, decoradas con miles de charlas y saboreadas con mucha hambre, hacían olvidar que, en otro punto del mapa, menguaban las chances de la espectacularidad musical relegada a un segundo plano.
Para el final de la noche llega la ronda de mates, esa amada y tradicional infusión tan argentina como el dulce de leche o la arrogancia. La lucidez empieza a desvanecerse, escurriéndose como arena entre los dedos, presa del grillete del sueño, y marcando el principio del final de la velada. Es por eso que, uno a uno nos retiramos, buscando ceder a los placeres del descanso.
Pero mientras volvía a ese, mi lugar conquistado, tan propio como personal, lo entendí muy claramente... esa es la gente con la que quiero y disfruto estar. No es algo que pueda decidir, o siquiera pensar claramente, sólo sé que es así. Y por eso hoy, agradezco a la suerte por estos ratos de alegrías compartidas entre nosotros, y estaré siempre esperando por la próxima vez...
viernes, 10 de septiembre de 2010
Amor a primera vista
Sinuosa tu silueta, franca y esbelta, tan ligera como impresionante, estilizada y perfecta. El curvilíneo atractivo de aquello que la perfección intenta imitar sin poder conseguirlo. El tacto de tu cuello, firme y seguro, tan sedoso como el más fino de los géneros. Tus rizos oscuros, dibujados por el tiempo y el azar, fruto de años de sano crecimiento, son una de tus muchas pruebas de belleza.
El brillo de tu piel, la cubierta más resplandeciente que semejante cuerpo podría tener. La picardía de tus recobecos y la simpleza de tus movimientos, terminan de remarcar los agudos sentires de tu fino pero asequible estirpe de encantos. Todos esos atributos que hacen que no pueda dejar de mirarte, pensando sólo en el próximo momento en que mis brazos te abracen para oir tu agraciada voz.
Pensar que desde la primera vez que te vi supe que tenía que conocerte... Eras esa medalla que tenía que conseguir, lo sabía sin realmente entender el porqué, sólo siendo consciente que la magia estaba ahí, esperando que nos encontremos para darle un sentido a esta historia que no había empezado aún, pero que tantas páginas había comenzado a escribir.
Y así fue que nos cruzamos. Rodeados por barullo capitalino, y por multitudes de seres que, como nosotros, se buscan para contar cuentos que nacen desde lo más profundo del alma. Te vi a lo lejos, entre tantas otras, eras una más en la reunión, pero no para mi. Mis ojos, tu belleza, mis brazo, tu cuerpo y tu voz... "Venite conmigo", recuerdo que fue todo lo que llegué a susurrarte.
Comenzó entonces nuestra historia juntos, guitarra querida... y espero que no se te olvide...
El brillo de tu piel, la cubierta más resplandeciente que semejante cuerpo podría tener. La picardía de tus recobecos y la simpleza de tus movimientos, terminan de remarcar los agudos sentires de tu fino pero asequible estirpe de encantos. Todos esos atributos que hacen que no pueda dejar de mirarte, pensando sólo en el próximo momento en que mis brazos te abracen para oir tu agraciada voz.
Pensar que desde la primera vez que te vi supe que tenía que conocerte... Eras esa medalla que tenía que conseguir, lo sabía sin realmente entender el porqué, sólo siendo consciente que la magia estaba ahí, esperando que nos encontremos para darle un sentido a esta historia que no había empezado aún, pero que tantas páginas había comenzado a escribir.
Y así fue que nos cruzamos. Rodeados por barullo capitalino, y por multitudes de seres que, como nosotros, se buscan para contar cuentos que nacen desde lo más profundo del alma. Te vi a lo lejos, entre tantas otras, eras una más en la reunión, pero no para mi. Mis ojos, tu belleza, mis brazo, tu cuerpo y tu voz... "Venite conmigo", recuerdo que fue todo lo que llegué a susurrarte.
Comenzó entonces nuestra historia juntos, guitarra querida... y espero que no se te olvide...
jueves, 9 de septiembre de 2010
Arena y sal
Vuelvo a la playa que siempre sueño,
lejos de la jungla de cemento y su denso aire.
Libre de tiempos y espacios, dominio del mar,
me recibe la brisa cargada de arena y sal.
El sol baña la dorada e infinita costa.
Panorama dominado por mi propio deseo,
impoluto el cielo, imponiendose a la vista
del que disfruta de ver sólo arena y sal.
Perdido en mis sentidos, desorientado,
exhausto de andar caminos de grava molida,
harto del monte, harto del desierto,
me refugio aquí, rodeado de arena y sal.
Respiro profundo, exhalo mis pesares
bajo un árbol amable que me regala su sombra,
seducido por el susurro del incesante oleaje
me recuesto en pequeños médanos de arena y sal.
De repente la aparición de una nave, lejos
donde la vista no ve más que comparaciones,
"tal vez vengan por mí, celosos de mi paz,
a desterrarme del paraiso de arena y sal".
Desembarcan finalmente los navegantes
foráneos, inmigrantes en mi playa de ensueño.
Se ven curiosos, como sedientos de inquisición,
a preguntarme qué hago entre tanta arena y sal.
"Cómo puede alguien conformarse
únicamente con la inmensidad que lo rodea,
mire hacia donde mire, un paraíso desierto,
sólo veo mar y playas, cubiertas de arena y sal".
Y ahí comprendí que el secreto,
la verdadera razón del entorno, hoy cuestionado,
es que, por más que sea simple y sea poco,
vivo lo que quiero, un sueño de arena y sal...
lejos de la jungla de cemento y su denso aire.
Libre de tiempos y espacios, dominio del mar,
me recibe la brisa cargada de arena y sal.
El sol baña la dorada e infinita costa.
Panorama dominado por mi propio deseo,
impoluto el cielo, imponiendose a la vista
del que disfruta de ver sólo arena y sal.
Perdido en mis sentidos, desorientado,
exhausto de andar caminos de grava molida,
harto del monte, harto del desierto,
me refugio aquí, rodeado de arena y sal.
Respiro profundo, exhalo mis pesares
bajo un árbol amable que me regala su sombra,
seducido por el susurro del incesante oleaje
me recuesto en pequeños médanos de arena y sal.
De repente la aparición de una nave, lejos
donde la vista no ve más que comparaciones,
"tal vez vengan por mí, celosos de mi paz,
a desterrarme del paraiso de arena y sal".
Desembarcan finalmente los navegantes
foráneos, inmigrantes en mi playa de ensueño.
Se ven curiosos, como sedientos de inquisición,
a preguntarme qué hago entre tanta arena y sal.
"Cómo puede alguien conformarse
únicamente con la inmensidad que lo rodea,
mire hacia donde mire, un paraíso desierto,
sólo veo mar y playas, cubiertas de arena y sal".
Y ahí comprendí que el secreto,
la verdadera razón del entorno, hoy cuestionado,
es que, por más que sea simple y sea poco,
vivo lo que quiero, un sueño de arena y sal...
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