jueves, 2 de diciembre de 2010

Adiós, Nonino...

Lo oigo llorar
entre ciegos rincones.
Naces, vives y mueres,
causa y obra del querer
más profundo y hondo.

Lágrimas de paz
se escurren sobre tí,
brotan de los dedos
que motivan tu cantar,
anhelos de libertad.

Susurros armónicos.
Disonancias y palabras
rudas, tan fuertes
como cientos de gritos,
dirígense hacia mí.

Es ese, tu llanto,
alma de Buenos Aires,
cuerpo del puro arrabal
vivo y ardiente,
recuerdos de identidad.

Corpóreo y audible
ese pesar hecho canción.
Bandoneón eterno, libre,
dueño y amo del tiempo,
registra hoy tu sentir.

Cante señor, cante,
libérele de prisión.
Cautiva en ese fuelle
la canción de despedida
de ese, nuestro Nonino...

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