domingo, 26 de diciembre de 2010

El corte

Algo falló. No entendiste mis intenciones, ni yo comprendí tu fragilidad. Ambos somos culpables de esta ruptura, tan posible como humana. Y tras ella, el dolor compartido.

Causarte daño me causa daño; verte callar de golpe me paraliza, despojándome al instante del frenesí festivo de tu cuello... Nunca creí que esto pasaría, lo admito. Uno tiende a pensar que ciertas tragedias son y serán siempre ajenas y lejanas, pero hoy caigo en cuenta que no.

Te pido perdón, si realmente soy parte de tu rechazo. Es que pensarme dentro del problema me duele; es casi un cuchillo caliente que se entierra en mi mano, adicta del deseo de tu cuerpo. Pero no me resigno a creer que soy el único artífice de tu herida. No lo acepto, no... Tiene que tener de tu parte también.

Pensar que fui advertido y aconsejado para que esto no pase... Pero la irreverencia de quien no quiere entender es una de mis más imparciales cualidades, y lo acepto, hoy más dolorosamente que nunca. Aquellos que supieron y se atrevieron a opinar, hoy ya no importan, pues acaban de ser desoídos, y, como toda memoria que se desvanece, ya no sirven con el acto consumado.

Verte ahí, entre gritos dispersos, con esa herida en el cuello que te calla, y mi mano como ejecutora del corte, es ahora nuestro único presente. Pronto llegarán visitas que vienen a vernos, a ambos por igual, y no podrás ya decirles más que los incompletos gemidos que ahora vociferás. Te verán tendida a un lado, callada, tiesa e inútil... y sin dudas, notarán ese corte definitivo.

* * *TIMBRE* * *

Tarde... ya estan acá, dispuestos a inquirir sobre tu notoria herida...


- "...che Gaby, cortaste cuerda", me dice un amigo mientras examina la guitarra.

- "Si, hace unos minutos... Y bueh, cosas que pasan, que le vamos a hacer", le respondí...

lunes, 20 de diciembre de 2010

Tan cerca, tan lejos...

Tu piel, también mi piel,
tras centímetros inagotables,
que consumen, infranqueables,
los instantes compartidos.

Estando cerca, muy cerca,
casi tocándonos de a poco,
propiciando el fuego, un foco
que no llegamos a encender.

Estamos a una distancia
tan pequeña, casi una tangente,
pero enorme, y tan insolente
que nos conforma con las voces...

Voces que ríen y hablan,
auguran calidez casi infinita,
pero son flor que se marchita
pues no sacian nuestras ansias.

¿Conforman al hambriento
las semillas de un trigal?
Es tácita la desdicha sin igual,
lo más incoprensible del sentir.

Meditando esa respuesta,
buscándole una explicación,
no hay lógica, no hay razón,
que condene nuestro paralelismo.

Entonces reaparece un dilema
otra vez desvelando mi mente...
Aún no me explico cómo la gente
puede estar cerca, pero tan lejos...

jueves, 2 de diciembre de 2010

Adiós, Nonino...

Lo oigo llorar
entre ciegos rincones.
Naces, vives y mueres,
causa y obra del querer
más profundo y hondo.

Lágrimas de paz
se escurren sobre tí,
brotan de los dedos
que motivan tu cantar,
anhelos de libertad.

Susurros armónicos.
Disonancias y palabras
rudas, tan fuertes
como cientos de gritos,
dirígense hacia mí.

Es ese, tu llanto,
alma de Buenos Aires,
cuerpo del puro arrabal
vivo y ardiente,
recuerdos de identidad.

Corpóreo y audible
ese pesar hecho canción.
Bandoneón eterno, libre,
dueño y amo del tiempo,
registra hoy tu sentir.

Cante señor, cante,
libérele de prisión.
Cautiva en ese fuelle
la canción de despedida
de ese, nuestro Nonino...