viernes, 12 de febrero de 2010

Esa bendita dicotomía...

Hay una decisión que siempre existe, perdura al tiempo, al espacio, al entorno por más variable que este sea, volviendo una y otra vez a nuestro "día a día", y es la decisión que plantea una clara dicotomía:

"Decir lo que se piensa" VS "Pensar lo que se dice"

Lo cierto es que no es lo mismo... pero carajo, ¡qué parecidos suenan! Y para darse cuenta, hace falta entender el concepto básico claramente de cada uno de los dos términos citados.

Cuando hablamos de "decir lo que se piensa", en realidad esto se encuentra estrechamente ligado a un concepto de "honestidad absoluta", por decirlo de algún modo. O sea, técnicamente sería el transmitir todo aquello que se piensa, sin ocultar, sin premeditar, sin dudar siquiera en que lo que uno dice es fiel reproducción de lo que llegamos a figurarnos en nuestra mente. De este modo, lo que decimos es lo que vemos, percibimos y procesamos, y de esta forma lo "relatamos".

En cambio, cuando decimos "pensar lo que se dice", estamos tratando de manera casi específica con comprometernos a ese momento, instante, o gran lapso de tiempo que nos tomamos para reflexionar aquello que debemos decir, aquello que no debemos decir, aquello que no es necesario decir, aquello que resulta indispensable decir, aquello, aquello, aquello... Esto no implica de ninguna manera que no sea algo perfectamente transparente lo que haya para transmitir, pero nos da ese respiro que necesitamos para estar lo más seguro posible de lo que se dice.

...pero, y entonces, ¿por qué digo que se forma una dicotomía?

Bueno, la razón es simple... no se puede hacer ambas a la vez. Es evidente que para cada cosa que decidimos decir, los caminos son 2 (3, si contamos la opción de callar, sin transmitir opinión o comentario alguno, pero bueno, como se ve, no la consideré, jeje)

A veces, en nuestras vidas cotidianas, mezclamos estos conceptos, armamos un "empaste" con ambos tratando de no quedar encasillados en uno de esos dos carriles... y lo cierto es que ese es un camino válido, pero que tiende a fallar.

¡Cuántas heridas se habrán abierto por pensar que si se dice lo que se piensa, van a pensar que lo que uno dice en realidad no lo pensó, o sinó que tal vez nunca pensó decirlo, pero pasó a pensar en decirlo cuando lo forzaron a decir lo que pensaba!


Que loca es esta vida, que loco el idioma, y que loca la manera de entretejer pensares y decires que tiene la gente...


NOTA: Espero que se note dónde ejemplifiqué el "empaste" de ambas teorías, jejeje

No hay comentarios:

Publicar un comentario