Resuenan los ecos inciertos
dentro de ese habitáculo
donde los sueños sacuden
su polvo de estrellas.
Entre el fragor y el silencio,
nunca en susurro ni resoplido,
un canturreo ni en deletreo,
se debaten finos los sentidos.
Sentidos tácitos, irreverentes,
que desafían los fueros íntimos
forjados de carnes y vidas,
exentos de hambres y glorias.
Y en la soledad de un mundo
que rota evadiendo tiempos,
se clava el puñal afilado
de un incierto certero.
Puñal que afilan los dichos,
se entierra en ese fiel obrero,
vida que vive, vida que riega,
mas hieren los sentimientos
Nueva espina en aquella rosa
hermosa pero siempre hiriente,
riega el obrero, riega,
con sangre, sudor y muerte.
martes, 27 de noviembre de 2012
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